sábado, 14 de octubre de 2023

AL AMPARO DE UNAS LETRAS

 

La tormenta de arena arreciaba. Al resguardo de unas viejas ruinas de una época ya pasada, varios soldados esperaban pacientemente a que amainara el viento. Un joven militar español se apartó buscando un poco de sosiego para disfrutar, en ese momento sin luchas, del viejo libro del Quijote que lo había acompañado durante toda la campaña en el desierto. Se sentó en la soledad de una habitación oscura, puso su libro en el suelo, a su costado, y encendió una pequeña vela que llevaba en el macuto. Al iluminarse la estancia se percató que no estaba solo. Un viejo soldado musulmán estaba sentado ante él protegiéndose también de la tormenta, en silencio esperando que nadie lo viera, pero la luz lo delató. El joven soldado hizo ademán de coger su arma pero sus manos se detuvieron, el musulmán tenía un ejemplar de las mil y una noches entre las manos, más atesorado que su propia arma. Una leve sonrisa apareció en la boca del europeo, miró su libro en el suelo y colocó la luz a una distancia en que los iluminara a ambos. El soldado árabe no necesitó entender nada más, en esa habitación no había dos enemigos si no dos amigos lectores, al menos esa noche.




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