Después de dejarla llorar durante un rato, abrió la puerta de la habitación con delicadeza y dijo:
– Cariño, ¿puedo pasar?
– Sí –dijo entre sollozos.
Se sentó al borde de la cama y agarrando la mano de su hija le dijo:
– A veces no conocemos el camino que nos lleva a esa persona, no sabemos si ese destino es quién está frente a nosotros o sólo forma parte del viaje, lo que sí que debemos saber es que hay un destino y la única manera de llegar a él es continuar haciendo el camino, ahora estás parada por el dolor pero es sólo un paso más el que te separa de continuar viajando. Piensa en el objetivo y vive el camino.