domingo, 22 de septiembre de 2019

LOBO


Aquel día de Noviembre, tal y como te prometí, puse una parte de tus cenizas en el pequeño recipiente que me ha acompañado en esta aventura que, lamentablemente, íbamos a emprender juntos y no hicimos.
Tenía preparado el equipaje desde hacía un par días, todo lo necesario para cruzar en tren dos continentes enteros.
Me subí en aquel vagón, en un andén cualquiera de Barcelona, rumbo a Moscú. En esos primeros cuatro días de trayecto hasta la capital rusa, no pensé demasiado, me quedaba absorto en la ventana de mi habitación viendo pasar la sucesión de paisajes que iba desde el otoño del sur de Europa a las primeras nevadas en tierras rusas.
Llegué a la estación de Yaroslavsky a primera hora de la tarde y me dirigí, ante todo, a comprar el billete de la segunda fase del viaje, la que me llevaría al día siguiente rumbo a Vladivostok, en el lejano oriente asiático. Una vez con el billete en mis manos, salí de la estación para buscar algún lugar donde pasar la noche. Encontré una pequeña pensión en los alrededores de la estación, un lugar acogedor aunque austero y que regentaba una mujer mayor de nombre impronunciable.

jueves, 30 de mayo de 2019

UN VIAJE SIN RETORNO


Nos embarcamos en un viaje
sin pensar en regresar.
Buscamos una nueva vida
y aire nuevo para respirar.

Ante nosotros un mundo extraño,
otras costas y otro mar;
una cultura que nos acoge y
nuevas formas de pensar.

Amaneceres melancólicos
cargados de soledad que,
la gente que allí encontremos
nos ayudará a olvidar.

Si “caminante no hay camino,
se hace el camino al andar”,
más difíciles son los pasos
al otro lado del mar.