Nos
embarcamos en un viaje
sin
pensar en regresar.
Buscamos
una nueva vida
y
aire nuevo para respirar.
Ante
nosotros un mundo extraño,
otras
costas y otro mar;
una
cultura que nos acoge y
nuevas
formas de pensar.
Amaneceres
melancólicos
cargados
de soledad que,
la
gente que allí encontremos
nos
ayudará a olvidar.
Si
“caminante no hay camino,
se
hace el camino al andar”,
más
difíciles son los pasos
al
otro lado del mar.