sábado, 22 de octubre de 2016

LA CIMA ESTÁ CERCA

     Habíamos llegado al aparcamiento a una hora más que decente. El día no había comenzado más que a despuntar sobre el valle. Cogimos las mochilas, cargadas como si nos fuéramos una vida entera y nos las echamos a la espalda. Su peso era abrumador, pero formaba parte del sacrificado ritual para completar nuestra misión, encontrarnos con nosotros mismos lejos de donde habita la gente.
     Empezamos el camino, paso a paso, recorriendo la parte baja del valle. El bosque nos envolvía con su fresco aliento y la hierba, húmeda, aliviaba nuestros pasos. La senda poco a poco iba subiendo, atrás dejábamos el trino de los pájaros. El valle ascendía más y más